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Patricia May reflexiona sobre las lecciones que nos deja la crisis en Chile

30 de diciembre de 2019

Red MOG asistió al Seminario “Conversemos”, organizado por OGA, y quisimos compartir con ustedes las profundas e interesantes reflexiones de Patricia May, antropóloga, docente, poeta, columnista y mujer destacada por su aporte desde las ciencias sociales al desarrollo social de nuestro país.

Estamos en un momento vital en el proceso de Chile. Tenemos una enorme oportunidad. Es mucho lo que hay que cambiar. Tanto, que puede ser abismante”. Con esas palabras la antropóloga Patricia May abrió su participación en el seminario “Conversemos”, donde compartió panel con el sicólogo Benito Baranda y el ex ministro de Hacienda Rodrigo Valdés.

La instancia de reflexión fue organizada por OGA para que la comunidad georgiana pudiese escuchar una mirada desde lo humano, lo social y lo político, a lo que estamos viviendo como personas y sociedad.  Durante el seminario, los panelistas compartieron sus visiones de los desafíos a los que se enfrenta Chile y cómo podemos avanzar. 

Desde Red MOG destacamos la mirada de la destacada antropóloga Patricia May sobre la sociedad que hemos construido y lo que necesitamos como país desde un enfoque integral, para que logremos tener vidas más plenas.

Sobre el estallido social: ¿Por qué pasó lo que pasó?

“Yo venía planteando una tensión interior, por lo tanto, lo que pasó no me sorprende. Trabajo con una antropología que tiene que ver con el sentido del vivir y las grandes preguntas: quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos. Tengo mucha experiencia con personas que rompen con el paradigma y se cuestionan los fundamentos de su vivir. Me sorprende la forma que tomó (el estallido), pero no me sorprende que se produzca. 

Sí me ha sorprendido siempre que podamos soportar una manera de vivir que va contra la esencia humana, que es la necesidad profunda de conexión, de amor, de pertenencia y pararme en la vida con el sentimiento de que ésta significa algo: que aporta, que colabora y que sirve. Una vida donde pueda desarrollar a mi ser integral, donde pueda vivir a un ritmo humano, donde pueda tener vínculos humanos. Donde pueda ser feliz. 

Me parece una locura que por tantos años los gurús hayan sido los economistas, guías espirituales de nuestra cultura, y que las metas de un país tengan que ver con el PIB. El ser humano es mucho más que eso.  Por eso creo que éste es un estallido profundo del alma humana y que es transversal a la sociedad chilena -y creo es un fenómeno mundial-, que no se ha hecho las preguntas fundamentales para generar una sociedad que pueda llevarnos a una vida plena.

Dar respuestas al ser humano profundo

Las personas viven corriendo de allá para acá buscando el éxito, más imagen, más apariencia, más recursos, evadiendo preguntas fundamentales de lo que es el vivir humano.  Con una mente acelerada a mil, con los niños abandonados en sus casas, con unas educaciones espantosas, donde se privilegia un buen Simce y una buena PSU.

Tenemos que replantearnos profundamente qué tipo de vida, valores y qué educación queremos, con una mirada de lo que es un ser humano completo integral: mente, emoción, cuerpo, alma, necesidad de vincularse, de vivir en el amor y vivir en el sentido, de vivir en la creatividad. Son cosas que hoy están fuera de nuestro diálogo.​

El alma o la esencia humana o esa necesidad humana de vivir en el sentido, en el amor, en la creatividad, en la conexión, en la plenitud, en el encanto, en la gratitud cotidiana, en un ritmo armónico, nos va a presionar y enfermar hasta que no respondamos a esa necesidad.  

España, Suecia o Finlandia tampoco se han hecho esas preguntas e igual sitúan la resolución del vivir humano en la resolución de las necesidades básicas y materiales del ser humano y no en dar una respuesta al ser humano profundo. Y lo más probable es que necesitemos mucha más sencillez, naturaleza, ritmo, ecología, vínculos, comunidad, tejido social y alegría de vivir, que todas las otras cosas.

La violencia de una vida que no es humana

Las personas están cada vez más cansadas por una vida que no es humana. Hay una violencia hacia el propio ser al sostener esta manera de vivir: correr, producir, escalar, tener más, aparecer más y parecer cada vez más jóvenes.  En la cultura de la escalada, de ganar y de competir, el ser humano no se puede escuchar a sí mismo. Si escucháramos que estamos cansados, que esto no es lo que queremos, pararíamos.​

Vivimos en un estado de irritabilidad constante, que se acrecienta en una ciudad contaminada, llena de gente, por los viajes en Metro y ahora por los celulares. Vivimos en un estado de violencia interior, funcionando en automático y tomando medicamentos para soportar esta vida que hemos creado. Para “funcionar” nos tenemos que dar un vuelo antinatural para el cuerpo y para el ser más profundo.

Si no soy capaz de verme y sentirme a mí, cómo voy a sentir a los demás; cómo me voy a dar cuenta de que hay gente sufriendo y pasándolo pésimo en distintos barrios y distintas realidades si no me da ni para escucharme a mí; cómo vamos a crear vínculos. Tomar conciencia de lo que me ocurre me hace entrar en crisis y me hace cuestionarme. Y no nos conviene cuestionarnos, porque es como dejar de funcionar. Trato de no entrar en crisis y tomo un medicamento para no cuestionarme, o tomo trago o me drogo. Hay una violencia transversal, social, en todas partes.

La crisis como una oportunidad

Este estallido, que lo encuentro terrible, visto desde el punto de vista de la revolución de la conciencia de nuestro país es lo mejor que nos puede pasar. Aunque nos sentimos mucho peor, estamos mejor, porque estamos más conscientes de lo que hay. Y la evolución humana es ir acrecentando la conciencia social, planetaria, introspectiva. De eso se trata vivir, aunque nos quede la escoba. 

Sentirnos vulnerables nos va a obligar a evolucionar, porque el ser humano solo cuando se siente herido se cuestiona, si no, simplemente funciona y corre en una vida inconsciente.

Estamos en el shock inicial. Es duro, pero verlo es fundamental para hacernos las preguntas que nos permitan transitar en otro sentido.

En el mundo de hoy hay tres grandes crisis: la crisis sicológica, la crisis social y la crisis ambiental. Y si queremos sobrevivir como planeta vamos a tener que bajar los niveles de consumo profundamente, porque sostener una población de consumo creciente en los países que están en crecimiento no es sostenible. Eso se hace cambiando los valores, bajando los niveles de expectativas, dejando de transmitir con que esto da la felicidad, etc., etc.

Qué no debe faltar en el Chile del futuro

Educación integral como un derecho para todos. Que involucre educación emocional y educación de la mente, pues el funcionamiento de nuestra mente, por inconsciencia, por no observación, es un pozo contaminado que nos violenta y con eso violentamos a los demás. Y, aunque suene loco en este mundo en que solo se ve lo que se toca, que involucre también educación espiritual, que es la educación del sentido, de contacto con algo de uno que siempre busca el bien, la belleza, la verdad y el amor.