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#HablemosDeSaludMental: Partamos hablando de discriminación

19 de agosto de 2021

Ocultar que sufrimos, o que un cercano sufre una enfermedad psiquiátrica, parece ser la norma. Y no hablar de esto y perpetuar ideas estigmatizantes tiene consecuencias en los pacientes y en su entorno: aislamiento, baja en la autoestima y discriminación.

Partimos nuestra serie #HablemosDeSaludMental conversando con el psiquiatra Fernando Rosselot y la psicóloga clínica María Isabel Moure, que nos ayudarán a cambiar la mirada sobre un problema cultural que, en vez de poner a la persona en el centro, la define por su condición de salud, lo que se traduce en agresión y desvalorización.

El problema es cultural. Son ideas y sobre todo, temor. Hablamos de las enfermedades psiquiátricas y del estigma que sufren quienes las padecen. Y también sus cercanos.

Hoy, una familia georgiana que tuvo que enfrentar una hospitalización psiquiátrica está lidiando con una  deuda difícil de pagar y un costoso tratamiento, lo que nos motiva no solo ayudarles (y te invitamos a hacerlo en este link), sino a abrir un espacio de conversación para hablar de los prejuicios, los desafíos y la discriminación hacia quienes padecen enfermedades mentales.

“En tiempos en los que se pone atención sobre personas discriminadas, aún no se ha puesto foco en las personas con padecimientos mentales, a pesar de que efectivamente hay una discriminación importante hacia ellas”, señala el psiquiatra Fernando Rosselot (OG 1977). 

“En la sensación que tiene alguien de lo que le da valor como persona, está su funcionamiento mental. Entonces una enfermedad mental se intenta a veces ocultar porque es algo que te expone a perder o a ser calificado despectivamente”, nos dice para explicar el origen cultural de este fenómeno. 

Fernando Rosselot, psiquiatra

“No puedo dejar de asociarlo a los valores productivos culturales. A esta tendencia de que la única manera de ser alguien valioso es alguien que genere, que pueda funcionar como engranaje en la maquinita de la producción”.

“Basta que alguien tenga una oscilación de ánimo para que lo califiquen de bipolar, de esquizofrénico o lo que sea. Entonces, por un lado está esta tendencia cultural de desvalorizar a los otros y, por otro, el tema de los juicios asociados a la salud mental, y es lo que está a la mano para poder descalificar a otro. En la base hay más bien un sentimiento de competencia, de agresión, que es algo propio de nuestra especie”, asegura el psiquiatra.

Ejemplos sobran del uso de una condición de salud para descalificar, humillar y “ningunear”. 

“El término ‘idiota’ en algún minuto no era un insulto, sino que una descripción científica de alguien con un rango menor de inteligencia. Imbécil, morón, todas eran palabras que describían algo nada más, pero que fueron sacadas del lenguaje médico para ser usadas como insultos despectivos. Lo mismo cuando a alguien le dicen ‘histérica’, que en rigor es la descripción de un estilo de personalidad; o cuando se usa la palabra ‘esquizofrénico’ en los medios o en cualquier parte como comentario sobre alguien que hizo una locura. Es un uso que no tiene ningún rigor, ninguna cercanía siquiera a lo que es un esquizofrénico”, advierte Fernando Rosselot.

Una vergüenza pública pero también privada

Para la psicóloga clínica María Isabel Moure (OG 1981) las personas que padecen una enfermedad mental cargan con el estigma de percibirse como personas de riesgo o incompetentes, que generan temor por la posibilidad de tener reacciones inesperadas.  “Las mismas personas enfermas se estigmatizan también, porque vivimos en este sistema. Entonces bajan su autoestima, se alejan de la sociedad”, sostiene la profesional  

María Isabel Moure apoya a OGA en la atención psicológica de georgianos que lo necesitan y nos cuenta cómo algunos de ellos o ellas, al estar mal, tienden a aislarse y no contar lo que les sucede. “En casos de depresión, por ejemplo, muchos y muchas se alejan del sistema social, de sus redes de contacto. Se sienten incapaces y ahí se agudiza todo”. 

A esto se suma, cuenta Isabel,  que por el estigma “las personas muchas veces no consultan hasta que están graves: con llanto permanente o cuando no se levantan de la cama, lo que en el caso de jóvenes algunos padres interpretan como flojera. O hasta que tienen un instento de suicidio. Incluso, aunque algunos sí tienen apoyo psicológico, muchos se niegan a un tratamiento psiquiátrico o a tomar medicamentos porque hay una urgencia o una necesidad de sentirse uno más, de sentirse como una persona ‘normal’”, explica.

Un temor que no es real, asegura, porque muchas enfermedades mentales hoy son tratables, muchas sanables, y cuando no lo son, es posible aprender a vivir con ellas. 

María Isabel Moure, psicóloga clínica

“Cuando las personas están tratadas ninguno de estos temores está bien fundado. Estamos hablando de personas que podrían integrarse de alguna manera en la sociedad, pero este estigma no los deja vincularse, los aísla cada vez más. Incluso quienes experimentan psicosis y reciben tratamiento, pueden convivir, pueden estudiar, pueden funcionar y eso tampoco se sabe abiertamente. Obviamente no van a dejar de ser personas que necesitan un apoyo especial y ajustado a cada caso (esquizofrenia, bipolaridad, etc.), pero pueden dejar estas áreas de miedo donde los tiene la sociedad”, asegura.

Empezar a hablar de ello es el primer paso

“Esto que están haciendo desde OGA es fundamental, porque de alguna manera abre el tema, a que se converse, a que se den ideas, a que se vaya trabajando cada vez más”, dice María Isabel Moure.  “Tengo la sensación de que falta más cultura y poder ir internalizando todo esto a la sociedad”, opina.

Ambos especialistas coinciden en que hay enfermedades mentales que han ido saliendo de esta oscuridad en la que se manejaban. 

“Pienso que sobre la depresión se ha ido hablando más, entre otras cosas porque hay un arsenal terapéutico más efectivo. Si hicieran una encuesta de qué cantidad de personas toman antidepresivos se sorprenderían con los resultados. Y son personas que están funcionando de lo más bien en la maquinita productiva del mundo”, señala Fernando Rosselot.

“Tiempo atrás los epilépticos también sentían que les avergonzaba tener epilepsia y la familia de epiléptico tampoco contaba mucho que alguien tenía epilepsia. Creo que porque lo mental se asocia al valor, tal como se celebra alguien que muy inteligente o muy sociable, se desvaloriza a alguien que tiene algo que le dificulta desarrollarse o rendir del modo que se espera que todos rindan, sobre todo en una sociedad que está tan centrada en el rendimiento y en las exigencias”, apunta el psiquiatra.

“La aceptación de la depresión ha sido más reciente. Lo mismo que cuando el candidato presidencial Gabriel Boric dijo que tenía un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) y que está recibiendo tratamiento. Pero tengo la sensación de que eso queda más en el espacio de la gente más joven que ha ido incorporando más los temas mentales de salud mental, a diferencia de los más adultos, que todavía tienden estigmatizar a un enfermo como alguien peligroso, raro, que está fuera del sistema social”, dice María Isabel Moure.

Hablemos de la discriminación

“Hice mi formación en el Horwitz, el hospital psiquiátrico de Avenida La Paz, y allí había gente que estaba hospitalizada desde los años veinte y a quienes nadie había ido a ver desde hace dos décadas. Estos pacientes se escindían de la sociedad de algún modo. A hijos con daño orgánico cerebral, que tenían trastornos graves del desarrollo, se les mandaba a algún tipo de institución y se ‘recortaban’ de la vida oficial. Yo creo que desde ahí queda el estigma incluso para otras cosas que son mucho más leves y que no implican esto de sacarlos del mundo. Es como que la persona que tiene algún problema en términos de salud mental tuviese menor valor. Es el estigma de casi todas las minorías discriminadas”, nos recuerda Fernando Rosselot.

Desde OGA los invitamos a conversar en nuestras redes sociales, a seguir en las próximas semanas conociendo opiniones de expertos y testimonios. 

Suménse a este espacio en nuestro instagram @old_georgians o usando el hashtag #HablemosDeSaludMental

Y si quieren desde ya apoyar a una familia georgiana que nos necesita, pueden hacerlo de manera anónima en este link: