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Constanza Gaggero: La diseñadora georgiana que trabaja para el British Museum y la Royal Academy of Arts

26 de noviembre de 2020

Constanza Gaggero Silva (MOG 1997) es experta en narrativas visuales y hoy diseña para distintos clientes, incluyendo los museos más importantes de Gran Bretaña.

Radicada en Londres, esta exalumna destaca el espíritu igualitario que impregna la formación georgiana, lo que le ha permitido a muchas mujeres tomar un mayor control sobre sus proyectos personales de vida.

Tiene todos los atributos para declararse exitosa en su labor profesional y en el plano personal, pero Constanza Gaggero Silva toma distancia del concepto. En un mundo tan cambiante, resulta complicado afirmar con propiedad lo que es el éxito, más cuando hay tantas definiciones como personas habitando el mundo. “El significado del ‘éxito’ está en cuestión, incluso aquí. Pasa que no sólo en Chile están ocurriendo cosas. Es algo global”, sostiene.

Esta diseñadora titulada en la Universidad Diego Portales mantiene esa distancia aun cuando es la responsable de Gaggeroworks, su propio estudio de diseño en Londres, en cuyo exigente circuito cultural supo ganarse un espacio luego de 13 años de residencia en compañía de su marido, el también diseñador Juan Pablo Rioseco. “Mi marido, con quien teníamos nuestro propio estudio en Chile, recibió una oferta de trabajo en Londres y pensamos estar en Inglaterra sólo un par de años. Al final nos terminamos quedando. Ha sido una gran experiencia para mí trabajar los tres primeros años en el British Museum, y luego el hecho de independizarme con un estudio en la zona norte de Londres, trabajando con ilustradores, editores, diseñando libros, branding e identidad visual para clientes privados y el sector cultural tanto en Inglaterra como en Chile”, indica esta diseñadora.

Cuéntanos sobre ti y sobre tu carrera. ¿Cómo ha sido trabajar con algunos de los museos más importantes del mundo?

Acá hemos encontrado gente muy acuciosa, con mucho bagaje cultural y muchas historias interesantes. Se trabaja muy bien, todo está muy organizado, además de que hay todo un mercado cultural que funciona con mucha gente, lo que facilita encontrar pares y tejer redes. Mis clientes de museos son personas muy sensatas y cultas, por lo que es un agrado entablar conversaciones interesantes no sólo desde el punto de vista del diseño, sino que en todo ámbito de cosas.

¿Cuáles han sido tus mayores alegrías y logros durante tu carrera como diseñadora?

He ganado un par de premios, entre los que destaco uno del Consejo de la Cultura por mi aporte al diseño. Una alegría grande que guardo es un proyecto que hice para el Museo Precolombino, un proyecto muy bonito, muy completo, del que aprendí mucho. Otra cosa que me da mucha alegría en mi trabajo es hacer libros.

Trabajas mucho con el tema de la identidad cultural y hoy Chile está en un proceso de cambios que probablemente toca este aspecto de nuestras vidas. ¿Hay una conexión? ¿Cómo se ve desde fuera este proceso?

Ese proceso de cambio no se da sólo en Chile, aun cuando lo que pasa en Chile es muy importante. El mundo entero está en un proceso de cambio, y el ámbito de la cultura se ha visto muy afectado con estos cambios. Lo bueno es que la cultura ha adquirido mayor importancia. Está más presente en el discurso y la discusión pública. De hecho, se habla de cultura como una de las claves para salvarnos de la pandemia, de la necesidad de convertir la cultura en un bien común y asequible para todos, en un espacio de encuentro donde conversamos.

¿Qué rol jugó el colegio en construir la mujer que eres hoy?

Cumplió un rol súper importante. Estuve en el Centro de Alumnos, estuve a cargo del diseño del libro Old Georgian, ocasión en la que el colegio nos pasó una oficina y unos computadores Mac extraordinarios, dándonos plena libertad creativa. Tuve profesores increíbles que nos enseñaban a marcar opinión, y eso permitió que nosotras, las mujeres, no nos achiquemos con nada, que podamos relacionarnos de forma horizontal, dando a conocer siempre nuestro punto de vista, cosa que no siempre le gusta a la gente. Hay que decirlo.

Con esa experiencia, ¿cuál es el espíritu georgiano que te gustaría entregar a las próximas 50 generaciones de mujeres?

El empoderamiento. En el colegio nos dieron los espacios y las herramientas para tomar el toro por las astas. Por eso es que todas tienen posturas claras. Cuando salí del colegio me di cuenta de que esos espacios para las mujeres no eran habituales en el mundo exterior. Ahí supe que el colegio era especial. Las cosas no estaban dadas para nosotras, al menos como pensábamos.

Si tuvieras que escoger una mujer de la comunidad georgiana que te ha servido como un modelo a seguir o que te ha inspirado, ¿a quién escogerías?

Escojo a María Pía Silva, mi madre. Una mujer maravillosa, abogada constitucionalista y académica, ministra del Tribunal Constitucional, una gran consejera de la vida, una persona que me enseñó a proyectarme en lo que yo quería ser profesionalmente. Para mí es la mejor georgiana de todas.

¿Qué tema o foco debería estar en el centro del evento de los 50 años de la llegada de mujeres al colegio?

Yo creo que la igualdad, pero para celebrar la igualdad, ya que es un gran atributo de nuestro colegio. No existe una regla que la establezca, pero va implícito, es algo natural. En Chile hay que forzar esa igualdad porque no queda otra, pero en el Saint George esa igualdad existe. Ojalá el mundo entero funcionara así.

¿Qué es ser una (mujer) georgiana?

Es que las mujeres georgianas saben desenvolverse en cualquier ambiente porque adquieren las herramientas para desarrollarse en cualquier área de interés, para empatizar con todos, para interactuar y relacionarse en cualquier contexto y sin discriminar a nadie porque es hombre o mujer, porque es rico o pobre… en fin. Lo importante es que la mujer georgiana valora a la persona.